sábado, 22 de septiembre de 2012

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Los Maestros


LOS MAESTROS
NORMAS CLARAS
Los padres de familia, los docentes y, en general, casi todos los adultos, creemos que “si las reglas de juego son claras, no hay razón para que los hijos no hagan las cosas bien, salvo que sean desobedientes”. Esto no solo no es cierto, sino que puede ser un gran error creer que las normas permiten arreglar la vida. Menos, si se trata de niños. Ellos responden más a las acciones, al contagio emocional, al ejemplo, al buen trato.
La palabra presupone una experiencia, un conocimiento adquirido, vivenciado.
¿Ha pensado usted qué significa para un niño, en términos experienciales, portarse bien? Haga el intento, y pregúnteles a unos cuantos niños qué quiere decir eso, y va a ver que las respuestas hablan también de cosas teóricas, pero que no tienen nada que ver con lo que ellos pueden hacer o tienen integrado como propio.
A las palabras se accede mucho antes que a todas las experiencias a que ellas aluden, lo que permite que los adultos creamos que no es más sino decir lo que se debe hacer y con eso alcanza. Así nos va en la vida con los hijos pequeños. Ellos saben que tienen que contestar que sí ante la ingenua pregunta: “¿me entiendes?”, pero eso no significa que lo vayan a hacer como lo ofrecen. Simplemente, son palabras.
De paso, más ingenuos los reclamos que dicen: “pero ¿cuántas veces te tengo que repetir que…?” o “quiero que me expliques por qué no me haces caso…”.
Nada más alejado del interés de los niños que no hacer caso. A ellos o a ellas lo que les interesa es pasar bueno, y eso no permite que puedan retener el significado de aquellas palabras que un adulto le dijo que debería tomar en cuenta para poder ganarse un futuro elogio. Eso es absurdo esperarlo.

Entonces depende de nosotros que no nos sigamos haciendo trampa y echándoles las culpas a los niños como si ellos no quisieran hacer las cosas que para nosotros son tan loables. Simplemente, hay que pensar que los lenguajes de los adultos y los de los niños son francamente diferentes.
Nosotros vivimos en las ideas, en las palabras, en la especulación, en el juicio. Ellos se mueven en el terreno de las acciones, de los juegos, de la diversión, del entretenimiento, y lo que nosotros les proponemos suele estar muy alejado de sus intereses, y más complicado aún, de su comprensión.
Recordemos que hasta casi los doce años (para los interesados: leer -¿releer?- a Piaget), los niños no han completado todas sus estructuras mentales como para poder operar de pleno como un adulto (inteligente). Así que no esperemos tanto de las palabras. Y recordemos que las normas se han construido y se seguirán construyendo siempre con palabras. Aquí entre nos: no podríamos decir que para todos los adultos las palabras son tan claras, tampoco… pero eso podría ser tema de otra reflexión como ésta.

La Familia


LA FAMILIA
Es la primera escuela donde aprendemos a comunicarnos, en su interior Se establecen formas de comunicación para tratar de entenderse y satisfacer las necesidades de sus integrantes.
Estos son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:
La permisividad. Es imposible educar sin intervenir. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. No sabe si se puede rayar en las paredes o no. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo a frustrarlo o por comodidad es el principio de una mala educación. Un hijo que hace "fechorías" y su padre no le corrige, piensa que es porque su padre ni lo estima ni lo valora. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
Ceder después de decir no. Una vez que usted se ha decidido a actuar, la primera regla de oro a respetar es la del no. El no es innegociable. Nunca se puede negociar el no, y perdone que insista, pero es el error más frecuente y que más daño hace a los niños. Cuando usted vaya a decir no a su hijo, piénselo bien, porque no hay marcha atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, su hijo no puede ver la televisión aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante, llena de pena, otra oportunidad. Hay niños tan entrenados en esta parodia que podrían enseñar mucho a las estrellas del cine y del teatro.
En cambio, el sí, sí se puede negociar. Si usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué programa y cuanto rato.
El autoritarismo. Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer una persona sumisa, esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dice el adulto. Es tan negativo para la educación como la permisividad.
Falta de coherencia. Ya hemos dicho que los niños han de tener referentes y límites estables. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana, también.
Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a su hijo que se ha de comer con los cubiertos, la madre le ha de apoyar, y viceversa. No debe caer en la trampa de: "Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma".
Gritar. Perder los estribos. A veces es difícil no perderlos. De hecho todo educador sincero reconoce haberlos perdido alguna vez en mayor o menor medida. Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño. Además, a todo se acostumbra uno. El niño también a los gritos a los que cada vez hace menos caso: Perro ladrador, poco mordedor. Al final, para que el niño hiciera caso, habría que gritar tanto que ninguna garganta humana está concebida para alcanzar la potencia de grito necesaria para que el niño reaccionase.
Gritar conlleva un gran peligro inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo. Si los padres se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos, escuelas de padres...
No cumplir las promesas ni las amenazas. El niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es un girón de autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.
No negociar. No negociar nunca implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.
No escuchar. Dodson dice en su libro El arte de ser padres, que una buena madre -hoy también podemos decir padre- es la que escucha a su hijo aunque esté hablando por teléfono. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado, evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar... nunca.
Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que fueran los mejores... ¡ya! Con los hijos olvidan que nadie ha nacido enseñado. Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores. Esto que admiten en los demás no pueden soportarlo cuando se trata de sus hijos, en los que sólo ven las cosas negativas y que, lógicamente, "para que el niño aprenda" se las repiten una y otra vez.
Sin embargo, una vez que sabemos lo que hemos de evitar, algunos consejos y "trucos" sencillos pueden aligerar este problema, ofrecer un desarrollo equilibrado a los hijos y proporcionar paz a las personas y al hogar. Estos consejos sólo requieren, por un lado, el convencimiento -muy importante- de que son efectivos y, por otro, llevarlas a la práctica de manera constante y coherente.
Algunas de estas técnicas ya han sido comentadas al hablar de los errores, y ya no insistiré en ellas. Me limitaré a enunciar brevemente, actuaciones concretas y positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:


Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Es la primera condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se sientan comprometidos con el fin que persiguen. Requieren tiempo de comentario, incluso, a veces, papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya se han quedado desfasados por la edad del niño o las circunstancias familiares.
Enseñar con claridad cosas concretas. Al niño no le vale decir "sé bueno", "pórtate bien" o "come bien". Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo.
Dar tiempo de aprendizaje. Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención y apoyo mediante ayudas verbales y físicas, si es necesario. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una práctica guiada.
Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. Sin coherencia entre las palabras y los hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga la cama si él no la hace nunca.
Confiar en nuestro hijo. La confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.


Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Los sermones tienen un valor de efectividad igual a 0. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y aumentará su autoridad.
Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar. Los errores enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.
Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas para tener autoridad positiva o totalmente ineficaces e incluso negativas. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.
Educar es estimar, decía Alexander Galí. El amor hace que las técnicas no conviertan la relación en algo frío, rígido e inflexible y, por lo tanto, superficial y sin valor a largo plazo. El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres
El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con tirachinas. Un adulto debe tener sentido común para saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas, debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar.

¿QUÉ SON NORMAS Y LÍMITES?
LÍMITES: Es decirle hasta dónde puede llegar, lo que puede hacer y hasta dónde no puede. Los límites proporcionan seguridad y protección al niño para enfrentarse al mundo.
NORMAS: Es la forma en que se traducen los límites a la práctica. Cada familia establece sus propias normas. Las normas marcan la organización necesaria para la convivencia. Algunos concejos para lograr comportamientos adecuados
·         Estilos de comunicación
·         Escuchar activamente
·         Habilidad para motivar

         Empatía La comunicación sirve para:
·         establecer contacto con las personas (relacionarse)
·         dar o recibir información
·         expresar o comprender lo que pensamos
·         transmitir nuestros sentimientos
·         compartir o poner en común algo a alguien

         El diálogo
·    Exceso de diálogo: Se intenta verbalizar absolutamente todo (sermoneador). Se confunde diálogo con monólogo. tiempo para El niño no expresa su opinión
·           Alternativas: darle que entienda lo que se le dice, preguntarle qué opina (interacción)
·        Falta de diálogo: Por prisas no se da importancia a charlar. Se trasmite al niño que su vida cotidiana no tiene interés para sus padres. Al principio disminuyen los conflictos
·        Alternativas: reservar un tiempo todos los días (comida, cena) roces), pero se pierde esa oportunidad donde la actividad más importante sea escucharse unos a otros

·         El diálogo  Otros errores: Señalar únicamente comportamientos negativos (etiquetas), hacer reproches continuamente. No interpretar lo que el niño quiere decir realmente. Elegir el momento y el lugar inadecuados. Abusar de los “deberías”. Cortar las conversaciones con interrupciones externas (móvil). TV encendida. 
·    Silencios: Horarios complicados: El silencio también habla (la palmada, la mirada, el Exceso de actividades acompañamiento…)

 La autoridad Es el carácter o la representación que tiene una persona por su mérito, trabajo o nacimiento. Pautas para ganarse la autoridad:
·         establecer normas de funcionamiento
·         acordar entre los padres lo que se quiere conseguir
·         cumplir y hacer cumplir las normas
·         no llegar al autoritarismo (ejercicio arbitrario de la autoridad)
·         no llegar al abandonismo (renunciar a ejercer la autoridad

       La autoridad Estilos de autoridad:
·         autoritario:  Es rígido en las normas e impone las soluciones
·        Hijos: melancólicos, culpables, puede que agresivos
·     Permisivo o sobreprotector: No explica con claridad las normas y no mantiene los límites
·   Hijos: poco cooperativo: confiados, inseguros, poco autocontrol . Establece reglas claras y refuerza o sanciona su cumplimiento ,  Hijos: responsables, con autocontrol, alegres, decididos



Como Tener Autoridad Con Los Hijos



COMO TENER AUTORIDAD CON LOS HIJOS



Para conseguir autoridad en casa, es importante tomar decisiones correctas y útiles para el niño día a día. La palabra autoridad se deriva del verbo latino "augere", que quiere decir ayudar a crecer. Es importante distinguir entre:
·      "ser autoridad"
·      "tener poder"
·       "tener autoridad"

 Todos los padres disponemos del mismo capital de autoridad, pero en cambio, vemos a diario que, cuando un niño tiene sólo tres años, ya hay padres que han sido capaces de aumentar su autoridad y padres que han perdido gran parte del capital con que partieron. Para seguir teniendo autoridad es preciso ganarla día a día con decisiones:
·     Correctas
·     Justas
·       Útiles
El ser autoridad conlleva no sólo tener poder para mandar a otros, sino también una capacidad coercitiva. Es aquello de que quien manda, manda, aunque mande mal. Cuanta más autoridad tenemos como padres, menos hemos de ejercer el poder. Y al contrario, en la medida que nuestra autoridad disminuye, debemos imponer medidas coercitivas: castigos, gritos, enfados, etc… que cada día han de ser mayores para que tengan efecto, deteriorando así la buena relación entre nosotros y nuestros hijos y, en consecuencia, la calidad de vida familiar.

Si nuestro hijo no encuentra "autoridad" en casa porque la hemos perdido, la busca fuera de ella. Busca líderes individuales que no siempre son positivos para él o se refugia en el grupo al que sigue y sirve de modo gregario (gregario quiere decir en rebaño) ciegamente, sin hacer caso a los esfuerzos de las personas que lo quieren bien.

El primer requisito para tener autoridad es, ejercerla día a día. Como cualquier actividad, si no se practica se pierde. Los padres hemos de tomar decisiones diarias que ayuden a nuestro hijo a respetar los límites naturales, que le ayuden a madurar como persona. La permisividad y el "dejar hacer" son enemigos de la autoridad que ayuda a crecer.
En segundo lugar es necesario huir del autoritarismo, consistente en el ejercicio del poder de modo injusto, inútil y cuando no se debe.
En tercer lugar, para tener autoridad es preciso tener prestigio. Una persona tiene prestigio cuando se le reconoce una habilidad o cualidad determinada. El prestigio de los padres ante los hijos no depende ni del dinero que ganan, ni del coche que tienen, ni de la práctica de un deporte, ni tan siquiera del cargo que ocupan, sino que depende de tres factores fundamentales:
·  Del modo de ser de la persona: generosa, serena, optimista, humilde, generosa,
·  Del modo de trabajar: el hijo exige de sus padres un trabajo de calidad y un comportamiento honrado en su actividad laboral.
·  Del modo de tratar a los demás: Tanto a la familia como a los amigos y compañeros, o a la sociedad en general.


martes, 18 de septiembre de 2012

Película Recomendada


EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


  La novela está situada en una pequeña isla en medio del inmenso océano, en la que un avión sufre un accidente dejando sólo como supervivientes a los niños que viajaban en el, la isla no está habitada por nadie. Desde que los niños llegan a la isla hasta el fin de la obra pasa un  tiempo que entre ellos se produce todo tipo de disputas por ser el jefe y tener la caracola las cuales incluso llegan a la muerte a Simon y a Piggy.
Un accidente aviación provoca que un grupo de jóvenes tengan que vivir solos en una isla, el más mayor de ellos no supera los catorce años así que se tendrán que arreglar sin personas mayores. Los dos primeros muchachos que se nos presentan en el libro son Ralph y Piggy después de haber sufrido el accidente, los dos empiezan a buscar más gente pero no saben cómo llamarlos para que se les oiga bien. Ralph encuentra una caracola blanca rosada de unos 50 centímetros cerca de una laguna que hay en la playa y Piggy le recomienda que la sople porque así sonará y los demás muchachos vendrán, en efecto, nada mas hacer sonar la caracola comenzaron a venir niños , entre ellos se encontraba Jack Medirrew el director de un coro al que acompañaban los integrantes del mismo, la gran piedra rosada en la que se reunieron la bautizaron con el nombre de la plataforma y el sonido de la caracola servirá para los niños acudan a la plataforma porque se convoca una asamblea.
Los muchachos, se ven forzados a organizar su existencia en la pequeña isla desierta y para ello comienzan por designar un jefe  en común por votación, Ralph es el elegido e impone unas normas basadas en las costumbres civilizadas y propone hacer una hoguera en lo alto de la isla para que si pasa algún barco les puedan rescatar. Todos suben a hacer la hoguera y con la ayuda de las gafas de Piggy hacen una gran hoguera, los chicos del coro guiados por Jack se convierten en cazadores y salen a cazar algo para comer.
Los muchachos componen una célula autónoma, sin un objetivo claro más que la fuerte esperanza inicial, establecida en el capítulo 1, de ser rescatados. Sentimiento que es reforzado por el recuerdo del hogar. Y es así que al principio se genera una organización similar a la aprendida con los adultos. La hoguera vigilada por los cazadores se descuida justo cuando un barco pasa cerca de la isla con lo que Ralph les echa una buena bronca. El temor es generado por los más pequeños, dan origen a la Bestia, y este temor hace mella creciente en los más grandes y a la vez pone en duda la creencia en el rescate. De manera que crece la Fuerza de la Bestia.
Los cazadores se deciden ir en busca de la bestia y si hay alguna cazarla, los cazadores investigan en la isla pero no encuentran nada, al día siguiente vuelven a investigar al único sitio que habían dejado sin explorar, fueron a la cima de la isla donde encontraron a un monstruo irreal ya que era un simple paracaídas con una especie de muñeco que cuando soplaba el aire se le levantaba la cabeza y parecía que estaba vivo. Empieza a ver grandes disputas entre Ralph y Jack y entonces se separan en dos grupos uno el que componían los mellizos, Ralph, Simon y Piggy y el otro que lo componían Jack y sus cazadores.
Una vez separados Jack y sus cazadores cazan a un jabalí, le cortan la cabeza y la ponen en un palo para ofrecérsela a la bestia. Jack y los suyos comienzan a volverse salvajes formando una tribu y pintándose la cara y el cuerpo, comportándose cómo auténticos salvajes. Cuando el Señor de las Moscas (conjunto de moscas) que es la bestia acude a comer la cabeza del jabalí se percata de que Simon le ha visto y va hacia él, le explica que él provoca el mal entre todos los niños y le amenaza que seguirá siendo así. Esa misma noche hay una tremenda tormenta durante la cena y Simon muere.
De nuevo Jack y los suyos cazan otra res y bajan a la plataforma a robarles el fuego de la hoguera para así poder asar el cerdo, cómo la hoguera que hicieron en la plataforma se había apagado decidieron robar las gafas de Piggy. En la plataforma se desencadenó una gran pelea en la que más de uno salió bien dañado, e incluso Piggy que casi ciego. Ralph los mellizos y Piggy junto con la caracola decidieron subir a la cima de la montaña donde los salvajes tenían su campamento para recuperar las gafas de Piggy. Mientras la cena se vuelven a pelear y un cazador lanza mediante una palanca una gran piedra a Piggy la cual le produce una muerte instantánea y la destrucción en miles de pedazos de la caracola.
Ahora sólo quedaban unidos los mellizos y Ralph porque los demás estaban con Jack, pero no por mucho tiempo debido a que Jack y sus cazadores obligaron a los mellizos a unirse a su tribu. Sólo quedaba Ralph y Jack mandó empezar una cacería humana contra él cómo si fuera un simple animal todo aquel que lo encontrase debería atravesarlo con su lanza, cómo no lo encontraban incendiaron gran parte de la isla para que tuviera que salir de su refugio. Ralph pasó el tiempo escondido en los arbustos oscuros pasando de unos a otros hasta que cuando ya casi lo tenían apareció un oficial de marina que había visto la isla en llamas y todos volvieron a casa gracias al marine en un barco.