LA FAMILIA
Es
la primera escuela donde aprendemos a comunicarnos, en su interior Se
establecen formas de comunicación para tratar de entenderse y satisfacer las
necesidades de sus integrantes.
Estos
son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la
autoridad de los padres:
La permisividad. Es
imposible educar sin intervenir. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de
lo que es bueno ni de lo que es malo. No sabe si se puede rayar en las paredes
o no. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está
mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo
a frustrarlo o por comodidad es el principio de una mala educación. Un hijo que
hace "fechorías" y su padre no le corrige, piensa que es porque su
padre ni lo estima ni lo valora. Los niños necesitan referentes y límites para
crecer seguros y felices.
Ceder después de decir no.
Una vez que usted se ha decidido a actuar, la primera regla de oro a respetar
es la del no. El no es innegociable. Nunca se puede negociar el no, y perdone
que insista, pero es el error más frecuente y que más daño hace a los niños.
Cuando usted vaya a decir no a su hijo, piénselo bien, porque no hay marcha
atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque
ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, su hijo no puede
ver la televisión aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante,
llena de pena, otra oportunidad. Hay niños tan entrenados en esta parodia que
podrían enseñar mucho a las estrellas del cine y del teatro.
En cambio, el sí, sí se puede negociar. Si
usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué
programa y cuanto rato.
El autoritarismo. Es
el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a
haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo
sólo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona
equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer una persona sumisa,
esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dice el adulto. Es tan negativo
para la educación como la permisividad.
Falta de coherencia. Ya
hemos dicho que los niños han de tener referentes y límites estables. Las
reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante
los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la
importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana,
también.
Igualmente
es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a
su hijo que se ha de comer con los cubiertos, la madre le ha de apoyar, y
viceversa. No debe caer en la trampa de: "Déjalo que coma como quiera, lo
importante es que coma".
Gritar. Perder los estribos. A
veces es difícil no perderlos. De hecho todo educador sincero reconoce haberlos
perdido alguna vez en mayor o menor medida. Perder los estribos supone un abuso
de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para
el niño. Además, a todo se acostumbra uno. El niño también a los gritos a los
que cada vez hace menos caso: Perro ladrador, poco mordedor. Al final, para que
el niño hiciera caso, habría que gritar tanto que ninguna garganta humana está
concebida para alcanzar la potencia de grito necesaria para que el niño
reaccionase.
Gritar conlleva un gran peligro
inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto
puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos
psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo.
Si los padres se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos,
escuelas de padres...
No cumplir las promesas ni las amenazas. El
niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos
cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es un girón de
autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser
realistas, es decir fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es
posible. Un mes es imposible.
No negociar. No
negociar nunca implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso
de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la
adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.
No escuchar.
Dodson dice en su libro El arte de ser padres, que una buena madre -hoy también
podemos decir padre- es la que escucha a su hijo aunque esté hablando por
teléfono. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el
problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado,
evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar... nunca.
Exigir éxitos inmediatos.
Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que
fueran los mejores... ¡ya! Con los hijos olvidan que nadie ha nacido enseñado.
Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores.
Esto que admiten en los demás no pueden soportarlo cuando se trata de sus
hijos, en los que sólo ven las cosas negativas y que, lógicamente, "para
que el niño aprenda" se las repiten una y otra vez.
Sin
embargo, una vez que sabemos lo que hemos de evitar, algunos consejos y
"trucos" sencillos pueden aligerar este problema, ofrecer un
desarrollo equilibrado a los hijos y proporcionar paz a las personas y al
hogar. Estos consejos sólo requieren, por un lado, el convencimiento -muy
importante- de que son efectivos y, por otro, llevarlas a la práctica de manera
constante y coherente.
Algunas
de estas técnicas ya han sido comentadas al hablar de los errores, y ya no
insistiré en ellas. Me limitaré a enunciar brevemente, actuaciones concretas y
positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:
Tener
unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Es la primera
condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de
ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se
sientan comprometidos con el fin que persiguen. Requieren tiempo de comentario,
incluso, a veces, papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben
revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya se han quedado desfasados
por la edad del niño o las circunstancias familiares.
Enseñar con claridad cosas concretas. Al
niño no le vale decir "sé bueno", "pórtate bien" o
"come bien". Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que
sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el
tenedor y el cuchillo, por ejemplo.
Dar tiempo de aprendizaje. Una
vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las
pone en práctica, necesita atención y apoyo mediante ayudas verbales y físicas,
si es necesario. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una práctica
guiada.
Valorar
siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y
pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por
fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al
adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
ejemplo
para tener fuerza moral y prestigio. Sin coherencia entre las palabras y los
hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les
confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga
la cama si él no la hace nunca.
Confiar en nuestro hijo. La
confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el
niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre
no da ejemplo de confianza en el hijo.
Actuar
y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su
actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para
convencerlo. Los sermones tienen un valor de efectividad igual a 0. Una vez que
el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y
aumentará su autoridad.
Reconocer
los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento
de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le
anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son
fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar. Los errores
enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.
Todas
estas recomendaciones pueden ser muy válidas para tener autoridad positiva o
totalmente ineficaces e incluso negativas. Todo depende de dos factores, que si
son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los hijos son
absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.
Educar
es estimar, decía Alexander Galí. El amor hace que las técnicas no conviertan
la relación en algo frío, rígido e inflexible y, por lo tanto, superficial y
sin valor a largo plazo. El amor supone tomar decisiones que a veces son
dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después
son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar
interior en los hijos y en los padres
El
sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento
preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la
situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a
cañonazos ni leones con tirachinas. Un adulto debe tener sentido común para
saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas,
debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar.
¿QUÉ SON NORMAS Y LÍMITES?
LÍMITES: Es
decirle hasta dónde puede llegar, lo que puede hacer y hasta dónde no puede.
Los límites proporcionan seguridad y protección al niño para enfrentarse al
mundo.
NORMAS: Es
la forma en que se traducen los límites a la práctica. Cada familia establece sus
propias normas. Las normas marcan la organización necesaria para la
convivencia. Algunos concejos para lograr comportamientos adecuados
·
Estilos de comunicación
·
Escuchar activamente
·
Habilidad para motivar
Empatía La comunicación sirve para:
·
establecer contacto con las personas
(relacionarse)
·
dar o recibir información
·
expresar
o comprender lo que pensamos
·
transmitir
nuestros sentimientos
·
compartir o poner en común algo a alguien
El diálogo
· Exceso
de diálogo: Se intenta verbalizar absolutamente todo (sermoneador). Se confunde
diálogo con monólogo. tiempo para El niño no expresa su opinión
·
Alternativas: darle que entienda lo que se le
dice, preguntarle qué opina (interacción)
· Falta
de diálogo: Por prisas no se da importancia a charlar. Se trasmite al niño que
su vida cotidiana no tiene interés para sus padres. Al principio disminuyen los
conflictos
· Alternativas: reservar un tiempo todos los
días (comida, cena) roces), pero se pierde esa oportunidad donde la actividad
más importante sea escucharse unos a otros
·
El diálogo Otros errores: Señalar únicamente
comportamientos negativos (etiquetas), hacer reproches continuamente. No
interpretar lo que el niño quiere decir realmente. Elegir el momento y el lugar
inadecuados. Abusar de los “deberías”. Cortar las conversaciones con
interrupciones externas (móvil). TV encendida.
· Silencios: Horarios complicados: El silencio también habla (la palmada, la mirada, el Exceso de actividades acompañamiento…)
· Silencios: Horarios complicados: El silencio también habla (la palmada, la mirada, el Exceso de actividades acompañamiento…)
La autoridad Es el carácter o la
representación que tiene una persona por su mérito, trabajo o nacimiento. Pautas
para ganarse la autoridad:
·
establecer normas de funcionamiento
·
acordar
entre los padres lo que se quiere conseguir
·
cumplir y hacer cumplir las normas
·
no llegar al autoritarismo (ejercicio
arbitrario de la autoridad)
·
no llegar al abandonismo (renunciar a ejercer
la autoridad
La autoridad Estilos de autoridad:
·
autoritario: Es rígido en las normas e impone las
soluciones
· Hijos: melancólicos, culpables, puede que
agresivos
· Permisivo o sobreprotector: No explica con
claridad las normas y no mantiene los límites
· Hijos:
poco cooperativo: confiados, inseguros, poco autocontrol . Establece reglas
claras y refuerza o sanciona su cumplimiento , Hijos: responsables, con autocontrol, alegres,
decididos
No hay comentarios:
Publicar un comentario